Pichón de Hitler…
Y ahora el pichón de dictador,
el zorro vestido de oveja
y demás secuaces del Partido,
organizan un golpe de estado
dizque porque fueron elegidos.
La indignación producto de los eventos ocurridos en Puerto Rico durante los pasados días, se hizo sentir en la tarde de ayer 16 de julio de 2019, frente a las oficinas de la Administración de Asuntos Federales de Puerto Rico en Orlando, Florida. Allí se dieron cita cientos de manifestantes para expresar su disgusto ante los actos de corrupción y malversación de fondos por parte de los funcionarios públicos que componen (y componían) el gobierno de Puerto Rico que está en turno.
Desde que vivo fuera de Puerto Rico, trato de aprovechar toda oportunidad que me haga sentir como en la isla. Aunque sea por solo unos minutos dejo que mi mente vuele para que mi piel sienta la brisa de la playa y logre escuchar las carcajadas de aquellos amigos de mi vecindario a través de la distancia. En ese espacio de tiempo te das cuenta de lo mucho que atesoramos nuestra cultura y lo necesario que es sentir ese calor humano que tanto nos caracteriza a nosotros los puertorriqueños. A veces me inunda esa nostalgia tan horrible que solo puede entender aquel que ha vivido lejos, es cuando entonces necesito recargarme con una buena dosis de escuchar nuestro acento, nuestra música y nuestro inigualable sentido del humor.
En el vientre. Ser mamá se siente desde allí. Porque soy mujer y he contado con la dicha de tener una casita en mi interior para que crezca vida. Porque mi cuerpo de mujer no solo es majestuoso en su apariencia sino que tuvo la capacidad anatómica de convertirme en mamá.
Mi abuelo Don Paco Pérez tenía alrededor de diez años ese 21 de marzo de 1937. Había nacido en la ciudad Señorial de Ponce en el año 1927. La calle Aurora lo había visto crecer y fue desde el balcón de la casa de un familiar localizada en dicha calle desde donde observó atónito la histórica Masacre de Ponce.